jueves, 16 de mayo de 2013

Bienvenido a mi vida, dictador


Alejando Herrera
Bienvenido a mi vida, dictador
Lima, Borrador Editores, 2012, 260 p.

En la novela de Alejandro Herrera, narrador de Ancash que reside actualmente en Londres, la influencia de los textos de largo aliento de Edgardo Rivera Martínez es notoria. La realidad circundante sirve sobre todo como telón de fondo a la historia privada de los personajes. Salvo hechos precisos (como cuando se menciona a la Reforma Agraria) lo que se subraya son los conflictos interiores de Víctor Salvador y su nieta Luisa. Esta última mantiene un diario íntimo, en el cual proporciona detalles sobre sus experiencias de colegiala y su amor por la literatura. Un claro guiño a Claudio, protagonista de País de Jauja, se da cuando Luisa, que proviene de la sierra peruana, escribe un cuento titulado Medea muere en su mar gris.

Esta influencia, sin embargo, es utilizada a modo de puerto de partida. La novela de Herrera no se desarrolla entorno de la conjunción feliz de la cultura occidental y andina. Su propósito más bien es visibilizar una fuente de violencia: el poder subyugante de una presencia paterna omnívora. Víctor Salvador es la cabeza de una familia importante de Vilcabamba, Apurímac. Forjó su riqueza a través de triquiñuelas legales y actos abusivos. Su avaricia se complementó con una mirada machista y dominante. Cuando decidió formar familia recurrió a un acto de compraventa para conseguir pareja. Buscando un sucesor varón se rodeó de hijas y ahora las intenta someter mediante la fuerza, el chantaje y la humillación. La arbitrariedad de Víctor Salvador llega a trastornar incluso la vida de sus nietos.  

Párrafo aparte merece la construcción de los personajes femeninos. No solo destacan los matices de la personalidad de Luisa, sino también los de otras mujeres. Por ejemplo Isabel, que, pese a su carácter agrio y ansioso, mantiene un amor secreto; o Claudia, que, si bien no comparte muchos intereses con Luisa, encuentra en ella una amiga con quien charlar sin inhibiciones. Curiosamente, en su diario íntimo, Luisa escribe sus impresiones luego de leer Madame Bovary y se pregunta cómo un hombre pudo describir tan bien la psicología de una mujer. Quizás alguna lectora pueda expresar algo semejante al respecto de la novela de Herrera.

Aunque pudo alcanzar mayores logros con una prosa más cuidada, Bienvenido a mi vida, dictador posee las suficientes virtudes como para convertir su lectura en una agradable experiencia.


Julio Meza Díaz

(Publicado originalmente en la revista literaria El Buen Salvaje Nro. 4).

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