viernes, 1 de julio de 2011

Matemáticas Sentimental

Él
Matemáticas sentimental
Editorial Ínfima. Lima, 2011, 56 páginas.

“Entre los nuevos valores de la literatura peruana queremos destacar a Julio Meza Díaz[1]. Con pocos meses de diferencia, se dio a conocer en 2010 como un talentoso novelista, publicando Solo un punto, y como un poeta digno de relieve al ganar, con Matemáticas sentimental, el concurso que organizó la revista limeña Voces conmemorando diez años de fecunda labor cultural.
Según los estereotipos actuales, las matemáticas (reino de la razón rigurosa y abstracta, libre de subjetividad de las emociones y los deseos) se oponen totalmente a la expresión poética de los sentimientos. Sin embargo, desde tiempos antiguos, ha habido nexos estrechos entre el orden matemático (pitagórico-platónico) del cosmos y las pautas rítmicas de la armonía estética (especialmente, las manifestadas en la poesía y su vecina la música). Cabe citar, en las letras hispanoamericanas, poetas-matemáticos como Nicanor Parra; o textos poéticos con fórmulas matemáticas (de diversos autores vanguardistas, recientemente de Enrique Verástegui).
En lo tocante a Matemáticas sentimental, combina el ingenio (con una dosis refrescante de sarcasmo al constatar que las emociones suelen primar en un ser que se pretende “animal racional”) con la manifestación oblicua (de alusión indirecta, se diría controlada por la timidez, cuando no por el distanciamiento crítico, racional, de los enredos sentimentales que implica el “contrato social”) del corazón, proclive éste al egoísmo (“Tú lo has absorbido todo / Por tu culpa / No tienes luz / Ni mañana”, sentencia “Respuesta de Agujero Negro”). También retrata cómo gran parte de las personas no entienden las teorías científicas (brilla un texto con recursos narrativos: “Teoría de las Supersogas”)”.
Ricardo González Vigil.

“Julio Meza Díaz trata de relacionar la matemática y la poesía usando juegos de abstracciones. Las composiciones se basan en ciertos axiomas y principios matemáticos, los que son usados en la descripción de temas poéticos libres que contienen una fuerte dosis de imaginación y absurdo.

La matemática tiene en sí una estética que comparte fronteras con la belleza de la poesía. La dificultad está en cruzar estas fronteras. Creo que en este libro se ha logrado”.
Alejandro Ortiz Fernández

“El juego y la melancolía. El deseo y la imposibilidad. Julio Meza Díaz emprende en estas páginas una búsqueda de razones -o, mejor, de sinrazones- que sean mejores respuestas que el cálculo y la pretensión de exactitud que priman en muchas de nuestras indagaciones, incluso las más enraizadas en los sentimientos. Al final, quizás la imposibilidad de acceder a conceptos o la necesidad de desmontar identidades sea la mejor conclusión. Se abre, así, desde una mirada irónica  aunque  a la vez  amable,  un espacio más  amplio  en  el  que  sumergirse, sin miedo al escándalo de la imprecisión o a la evidencia de lo paradójico. Matemáticas sentimental es, pues, una invitación por atender”.
Luis Fernando Chueca

“Recogiendo el hilo de las especulaciones de Spengler, a través de la intuición y el primer acercamiento afectivo a los números que ordenan el universo, Matemáticas sentimental de Julio Meza Díaz, construye sus poemas, con ironía y sapiencia, a partir de los principios lógicos y filosóficos que indagan sobre el sentido de la vida. Agrupados en las secciones “Euclides y sus amigos” y “No-Euclides y sus amigos”, los postulados, leyes físicas y otros elementos matemáticos se tornan sensibles, introspectivos y dueños de una individualidad a los que asiste un ánimo insatisfecho, el lúdico desorden de la razón y, sobre todo, la misteriosa simetría del amor: la adición de un beso que une y multiplica dos cuerpos como una pequeña luz en las tinieblas”.
Carlos Alberto Morales Falcón


Gracias al Creative Commons, que el autor no dudó en especificar en las primeras páginas de su libro, podemos desgarcar el poemario completo desde este link:




[1] He aquí una aclaración que creo pertinente. Julio Meza Díaz y yo somos autores distintos. No obstante, él soy yo, y yo soy Él. ¿Queda clara la diferencia?

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